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sábado, 6 de septiembre de 2014

FIESTAS SATÁNICAS 05 - LITHA Y LA NOCHE DE SAN JUAN

LITHA
SABBAT MENOR
Solsticio de Verano
21-23 Junio

El siguiente texto descriptivo es una recopilación de diferentes fuentes de Wicca, Satanismo y otras prácticas semejantes defensoras de estas creencias. Mis comentarios aparecerán en VIOLETA para que el lector los diferencie con facilidad. Todas las veces que aparece la expresión "el Dios" (o "la diosa") son referencias a los falsos elohim, falsos dioses.


Nombres alternativos: Coamhain, Midsummer, Alban Heruin (celta). 


El solsticio de verano celebra el día más largo del año, era muy importante para los antiguos celtas, y muchos de los círculos de piedra, como el de Stonehenge están alineados con la salida del sol en el solsticio de verano (celebrado en el hemisferio norte el 21 de Junio). 

Litha representa un momento de logro, de consecución de objetivos. La Diosa está creciendo cada vez más alegre, enamorada y con la expectativa de tener un hijo. El sol está en su punto más alto en los cielos. 




De todos modos, todavía hay cambios, porque una vez el Dios ha alcanzado su apogeo, su plenitud, empieza el camino introspectivo y debe aceptar que su camino lo conducirá gradualmente a la oscuridad y a la muerte. Su fuerza irá desapareciendo, siendo esto reflejo de la estación. 

El solsticio de verano constituye una de las fiestas más antiguas, emanada de las celebraciones paganas, y cristianizada como el día de San Juan. Esa noche es uno de los momentos más místicos del año, cuando en el aire bullen todo género de magia y de encantamientos. Las ninfas recorren los parajes, y por donde pasan surgen las flores. En esta fecha, espíritus y hadas salen para mezclarse con los seres humanos, se divierten en torno de las hogueras y recurren a toda clase de trucos, desde bromas inocentes hasta agobiar con maldiciones horribles e incluso la muerte a quienes los ofenden. 

Estos seres gustan de visitar ciertos lugares mágicos, como las piedras rodantes de Oxfordshire, en Inglaterra (finalmente entendemos el significado real del nombre de los ROLLING STONES); surgen de un agujero próximo a la piedra reina y bailan en torno del círculo. Los túmulos de los duendes se abren y estos comienzan a bailar bajo la luz de la Luna al son de su música encantadora y etérea. 

Para las sociedades agrícolas era tiempo para celebraciones aprovechando el intervalo entre la plantación y la cosecha. Las sociedades cazadoras construían nuevas armas y acumulaban provisiones para los días de caza invernal. 




Este es un festival que los wiccanos celebran con un banquete de fresas y otras frutas y verduras de estación. Es tiempo de reuniones, hacer visitas y relajarse. 

  • Simbolismo de Litha: el fin de la oscuridad, de la esterilidad y el comienzo de la época más fértil, donde todo se renueva. 
  • Hierbas, árboles y flores de Litha: lavanda, manzanilla, rosas, margaritas, lirio, camomila, saúco, hinojo, hierba de San Juan, verbena. 
  • Inciensos y aceites de Litha: incienso, limón, rosa, lavanda. 
  • Colores y velas que se pueden usar: rojo, naranja, verde, amarillo, blanco. 
  • Comidas de Litha: frutos y frutas frescas de estación (como el melón, bananas, ananás, duraznos, peras, tomates, frutillas).


En muchos lugares se encendían las hogueras para ayudar al Sol con su calor frente al creciente poder de la oscuridad, pues el fuego es el elemento  purificador que destruye todo lo  que es malo y dañino.

En Litha, como en otras festividades de fuego, las Meigas, brujas y seguidores de la gran Madre Naturaleza, usan el poder mágico que ofrece el sol, el poder de la luz, para tomar contacto con la naturaleza y comunicarse con seres mágicos del bosque (elfos, duendes, hadas), así como para celebrar la próxima abundancia de las cosechas. 

Confiamos en lo que va a venir, sin dudarlo de manera alguna, y por lo tanto celebramos las cosechas que aún no tenemos. Tal es el conocimiento de las Leyes fundamentales del Universo que demuestra la cultura celta. (Yo llamaría a esto de "FE").

Se realizaba también durante esta celebración celta, el sacrificio de un toro blanco, al que se le extraían sus entrañas y con esas entrañas en las manos hombres y mujeres caminaban lentamente sobre las brasas de madera de las hogueras. El significado de este ritual, que era voluntario, consistía en demostrar que se estaba en armonía con los dioses y con la naturaleza, tras lo cual recibían la bendición del druida. 


Para los griegos el  dios del verano era Apolo, hermano gemelo de Artemisa, diosa de la caza, e hijo de Zeus y de Leto, a su vez hija de Titanes. Apolo había nacido en Délos, donde su madre Leto había huido de la ira de Hera, esposa de Zeus. Sin ninguna ayuda Leto dio a luz a Artemisa y ésta ayudó a continuación a su madre a alumbrar a Apolo. Será no sólo el dios de la poesía, la música y las artes, sino también el dios de la luz y el Sol y como tal era venerado por los griegos, que en la noche del solsticio encendían grandes hogueras para purificar el mal acumulado durante los meses oscuros del invierno.  

Un rito parecido tenían los romanos dedicado en este caso a la diosa Artemisa, hermana de Apolo, encendiendo también hogueras y saltando tres veces sobre ellas. Ambos dioses celebraban su cumpleaños en el mes de mayo.






Los dragones

   
Los dragones, estarán ahí, preparados, custodiando las puertas cerradas para los que estén dispuestos a trasformar el fuego en luz, el conocimiento en verdad, la niñez en madurez, el miedo en aplomo y los nudos más cerrados en libertad. Son capaces de transformar todos tus resquemores, todas tus dudas, todas tus pasiones en luminosidad. Pues los dragones, sean como sean, son, sobre todo, portadores de luz, de energía transformadora, capaces de destruir, sí, y de crear, también. 

Confía en tus dragones, no desean nada malo, desean ser de ayuda y conseguir tu transformación, nada más... nada menos. Si veis un dragón, llamadle hermano y no huyáis de él, no encontraréis nada en él que no tengáis vosotros: sangre de tu sangre y fuego de tu mismo fuego. (¿Y A MÍ ME LLAMAN DE LOCA?)






Y AHORA VEAMOS EN QUÉ CONSIGUIERON TRANSFORMAR ESTE AQUELARRE...



NOCHE DE SAN JUAN

La Víspera de San Juan o Noche de San Juan es una festividad cristiana, de origen pagano (o es pagana, o es cristiana, pero las dos juntas no combinan... a menos que sea a propósito), en la que se suelen encender hogueras o fuegos, ligada con las celebraciones en las que se festejaba la llegada del solsticio de verano, el 21 de junio en el hemisferio norte, cuyo rito principal consiste en encender una hoguera. La finalidad de este rito era "dar más fuerza al sol", que a partir de esos días iba haciéndose más "débil" ―los días se van haciendo más cortos hasta el solsticio de invierno. Simbólicamente el fuego también tiene una función "purificadora" en las personas que lo contemplaban. Se celebra en muchos puntos de Europa, aunque está especialmente arraigada en España, Portugal (Fogueiras de São João), Noruega (Jonsok), Dinamarca (Sankthans), Suecia (Midsommar), Finlandia (Juhannus), Estonia (Jaanipäev) y Reino Unido (Midsummer). En América Latina, en el nordeste de Argentina, Brasil (Festas Juninas), Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Puerto Rico y Venezuela, la noche de San Juan. 

En algunos lugares aún se conservan las prácticas ancestrales típicas de esta noche mágica: Saltar sobre las hogueras, pisar las cenizas aún candentes, danzar a su alrededor, hacer pasar junto a ellas a la "cabaña", o llevar el fuego por los campos de cultivo del pueblo para purificar la cosecha. (Todo esto muy bíblico, sin duda).

Tradicionalmente, durante el desarrollo de esta fiesta se aprovechaba para cortejar a las mozas de cada uno de los pueblos, pues existía la costumbre de colocar ramas de chopo o aliso de bella estampa en la ventana de aquella moza que se quería honrar, siendo interesantes las disputas entre las jóvenes por quién de ellas tenía el ramo más hermoso. No termina ahí el ritual floral, sino que en el centro del pueblo se solía colocar un gran ramo o incluso un árbol, al estilo de la celebración de la Fiesta de la Maya.




La fiesta de la Natividad de San Juan, o Día de San Juan, está establecida en el calendario papal para el 24 de junio. Exactamente la misma época era igualmente memorable en el calendario babilónico, como una de sus más célebres fiestas. Era en mitad del verano, o en el solsticio de verano, cuando empezaba el llamado "mes de Tamuz" en Caldea, Siria y Fenicia; y en el primer día, es decir, más o menos el 24 de junio, se celebraba acerca de los Misterios... y el Culto al Hombre, una de las grandes fiestas especiales de Tamuz. Por diferentes razones y en diferentes países se han destinado otras épocas para conmemorar la muerte y la revivificación del dios babilónico pero éste, como parece inferirse por el nombre del mes, parece haber sido el tiempo real en que se observó primitivamente su fiesta en la tierra donde la idolatría tuvo su nacimiento. Y era tan poderosa la influencia que esta fiesta, con sus ritos peculiares, había ejercido en la mente de los hombres que, aun cuando se destinaron otras fechas para los grandes acontecimientos relacionados con el Mesías babilónico, como ocurrió en algunos lugares de nuestra tierra, no podía permitirse que pasara este tiempo sagrado sin la debida observancia de, por lo menos, algunos de sus ritos peculiares. 

Cuando, a fines del siglo sexto, el papado envió sus emisarios a Europa para congregar a los paganos en su rebaño, esta fiesta encontró un alto favoritismo en muchos países. ¿Qué otro recurso quedaba? ¿Iban a hacer la guerra por eso? No, pues esto habría sido contrario al famoso consejo del papa Gregorio I de que, por todos los medios, se hicieran algunas concesiones a los paganos, para atraerlos así a la Iglesia romana. La política de Gregorio fue cumplida cuidadosamente; y, así, el solsticio de verano, que había sido consagrado por los paganos para rendir culto a Tamuz, fue incorporado como una fiesta sacro-cristiana en el calendario romano. 

Pero todavía tenía que resolverse una pregunta: ¿Cuál iba a ser el nombre de esta fiesta pagana cuando fuera bautizada y admitida en el ritual del cristianismo romano? Llamarla por su antiguo nombre de Bel o Tamuz en el primer período, cuando parecía que iba a ser adoptada, habría sido demasiado atrevido. Llamarla por el nombre de Cristo era difícil, porque no había nada especial en la historia de Cristo en esa época del año para conmemorarlo. 

Pero el ingenio de los agentes del Misterio de Iniquidad no iba a verse frustrado. Si el nombre de Cristo no podía ser añadido convenientemente, ¿qué impedimento habría si se le daba el nombre de Su precursor, Juan el Bautista? Juan el Bautista nació seis meses antes que Yahshua (no en estas fechas claro, pero sí 6 meses antes). Por tanto, si la fiesta pagana del solsticio de invierno ya se había consagrado como el nacimiento de nuestro Salvador, se seguiría, como cosa natural, que Su precursor tuviera una fiesta, la cual debería ser en esa misma época, pues entre el 24 de junio y el 25 de diciembre, es decir, entre el solsticio de verano y el solsticio de invierno, había exactamente seis meses. Para el propósito del papado, nada podía ser más oportuno que esto. Uno de los muchos nombres sagrados con los cuales se llamaba a Tamuz, o Nimrod, cuando él reapareció en los Misterios, después de ser asesinado, fue Oannes. Por otro lado, el nombre de Juan el Bautista en la lengua sagrada adoptada por la Iglesia romana, era Joannes.




Entonces, hacer la fiesta el 24 de junio satisfacía por igual a cristianos y paganos, y todo lo que se necesitaba era llamarla precisamente la fiesta de Joannes pues, de este modo, los cristianos supondrían que estaban honrando a Juan el Bautista, en tanto que los paganos seguirían adorando a su antiguo dios Oannes, o Tamuz. Así, en la misma época en que se celebraba la gran fiesta de verano de Tamuz en la antigua Babilonia, se observa en la actualidad la fiesta de la Natividad de San Juan en la Iglesia papal. Y la fiesta onomástica de San Juan comienza exactamente como empezaba el día festivo en Caldea. Es bien sabido que, en el Oriente, el día empieza al atardecer; así que, aunque el 24 se estableció como la Natividad es, sin embargo, la Víspera de San Juan, es decir, que es en la tarde del 23, cuando empiezan las festividades y solemnidades de la fecha.


Si examinamos las festividades en sí, veremos cuán puramente paganas son, cuán decisivamente prueban su verdadero origen. 

Las grandes y famosas solemnidades de la Víspera de San Juan son los fuegos del Día de San Juan. Estos fuegos se encienden en Francia, en Suiza, en la Irlanda católico-romana, y en algunas de las islas escocesas de Occidente, donde todavía perdura el pasado. Los fuegos se encienden en todas las tierras de los seguidores de Roma, y teas encendidas se llevan de un lado a otro de los campos de cultivo. Bell, en sus Cuadros a la orilla del Camino describe los fuegos de San Juan a la manera de Bretaña en Francia:

"Cada fiesta se caracteriza por diferentes rasgos peculiares. La de San Juan es quizás, en general, la más notable. Durante todo el día los niños pobres van de un lado para otro pidiendo contribuciones para encender los fuegos del Señor San Juan, y al llegar la noche, se enciende gradualmente un fuego tras otro: dos, tres, cuatro; luego fulguran mil en las altas colinas hasta que todo el país arde con la conflagración. 




Algunas veces, los sacerdotes encienden el primer fuego en la plaza de mercado; y otras, es encendido por un ángel que se hace descender, por medio de un artificio mecánico, desde lo alto de la iglesia, con una antorcha en la mano para encender la hoguera, y regresar de nuevo, volando. Los jóvenes danzan con una actividad desconcertante en torno de los fuegos, porque existe entre ellos la superstición de que si danzan en torno a nueve fuegos antes de la medianoche, se casarán el año siguiente. Se ponen sillas cerca de las hogueras para los muertos, pues se supone que sus espíritus vienen hasta allí por el melancólico placer de escuchar una vez más sus canciones nativas, y contemplar los animados ritmos de su juventud. En tales ocasiones se guardan fragmentos de las antorchas como hechizos contra el rayo y las enfermedades nerviosas; y la corona de flores que se pone encima del fuego principal tiene tal demanda, que suscitaba tumultuosos celos por su posesión."



Así era en Francia, ahora volvamos a Irlanda:


"En esa gran fiesta de los lugareños de Irlanda, la Víspera de San Juan," dice Charlotte Elizabeth, al describir una fiesta especial que ella había presenciado, "es costumbre, a la puesta del sol de esa tarde, encender inmensos fuegos por todo el país, hechos a gran altura, como nuestras fogatas, y estando compuesta la hoguera por césped, turba y algunas otras substancias combustibles que puedan recogerse. El césped produce una llama fuerte y estable, la turba una llama más brillante, y el efecto de estos grandes fanales que fulguran en todas las colinas, expidiendo gran cantidad de humo desde todos los puntos del horizonte, es muy notable... 

Pero iba a suceder algo que me confundió bastante. Después de que el fuego ardió durante algunas horas, y decreció, comenzó una parte indispensable de la ceremonia. Cada uno de los campesinos presentes pasaba a través del fuego, y varios niños fueron lanzados por entre las chispeantes ascuas; mientras hacía su aparición un marco de madera de unos 2.40 metros de largo, con una cabeza de caballo fijada en un extremo, y una sábana blanca y grande extendida sobre él, para ocultar la madera y también al hombre que lo llevaba sobre su cabeza. Esto fue saludado con fuertes gritos como el ‘caballo blanco,’ y conducido sin riesgo por la habilidad de su portador, pasó varias veces por entre el fuego con un osado brinco, y persiguiendo a la gente, que corría gritando en todas direcciones. Pregunté qué significaba el caballo, y se me respondió que representaba a ‘todo el ganado.’ Aquí —añade la escritora— estaba el culto pagano de Baal, si no era también el de Moloc, practicado abiertamente y sin excepciones en el corazón de un país nominalmente cristiano, ¡y por millares que decían llevar el nombre de cristianos! Yo estaba confundida, porque ENTONCES NO SABÍA QUE EL PAPADO ES SÓLO UNA INGENIOSA ADAPTACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS PAGANAS A SU PROPIO ESQUEMA." 



"No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero" (Devarim/Deuteronomio 18:10)

Esta es la fiesta de la Víspera de San Juan, tal como se celebra hoy día en Francia y en la Irlanda papista. Tal es la manera en que los seguidores de Roma pretenden conmemorar el nacimiento de aquel que vino a preparar el camino del Adón, apartando a Su antiguo pueblo de todos sus refugios de mentiras, apremiándolos con la necesidad de abrazar ese reino de Dios que no consiste en cosas meramente externas, sino en "justicia, y paz, y alegría en el Espíritu Santo." Hemos visto que el espectáculo mismo de los ritos con los cuales se celebra la fiesta, llevaron a la autora que acabamos de citar, a la conclusión inmediata de que aquello que estaba viendo era verdaderamente un vestigio del culto pagano de Baal. La historia de la fiesta y la forma en que es observada, aclaran lo relacionado con cada uno de estos aspectos. 

Antes de que el cristianismo entrara en las Islas Británicas, la fiesta pagana del 24 de junio se celebraba entre los druidas encendiendo fuegos en honor de su gran divinidad que, como ya hemos visto, era Baal. "Estos fuegos y estos sacrificios de la canícula", dice Toland en su Relato sobre los Druidas, "eran (pretendían ser) para conseguir la bendición sobre los frutos de la tierra, ahora listos para la recolección; así como los del primero de mayo, eran para que pudieran crecer prósperamente, y los de fines de octubre eran una acción de gracias por la terminación de la cosecha." Asimismo, hablando de los fuegos druidas de la canícula, prosigue de este modo: "Volviendo a nuestros fuegos carnales, era costumbre que el señor del lugar, o su hijo, o alguna otra persona distinguida, tomando las entrañas de los animales sacrificados en sus manos, caminara descalzo tres veces sobre las brasas, después de que las llamas se hubieran apagado, para llevarlas directamente al druida, que esperaba vestido con una piel entera en el altar. Si el noble salía ileso, esto era considerado como buen presagio, y acogido con ruidosas aclamaciones; pero si sufría algún daño, esto era considerado de mala suerte, tanto por la comunidad como por él mismo." "Así he visto," añade Toland, "al pueblo corriendo y saltando por causa de los fuegos de San Juan en Irlanda; y no solamente orgullosos por salir indemnes, sino como si eso fuera alguna especie de lustración, creyéndose bendecidos de alguna manera por la ceremonia; siendo, sin embargo, completamente ignorantes de su procedencia, en la imperfecta imitación que de ella hacían."




Para esta misma práctica encontramos a Arún, refiriéndose a Virgilio, cuando éste se dirige a Apolo, el dios-sol:
"Oh, protector de las altas moradas del Soracto,
Febo, el poder decisorio entre los dioses,
A quien primero servimos;
Todos los bosques de untuoso pino
Han sido talados para ti, y tu gloria resplandece.
Por ti protegidos, con nuestras plantas descalzas,
Por entre llamas indemnes caminamos
Y pisamos las brasas encendidas." 

Es digno de observar que una fiesta acompañada de todos los ritos del culto al fuego de Baal se encuentre, más o menos en la misma época del mes de Tamuz, en que el dios babilónico era celebrado antiguamente, en naciones paganas de regiones muy alejadas entre sí.

  • Entre los turcos, el ayuno del Ramadán que, según Hurd, empieza el 12 de junio, está acompañado por una iluminación con lámparas encendidas. 
  • En China, donde la fiesta del bote-dragón se celebra de una manera muy vívida para recordar a quienes lo presencian el duelo por Adonis, la solemnidad empieza en el solsticio de verano. 
  • En el Perú, durante el reinado de los incas, tenía lugar en la misma época del año la fiesta de Raimi, la más espléndida de los peruanos, en la cual el fuego sagrado solía ser encendido de nuevo todos los años con el sol, por medio de un espejo cóncavo de metal pulido. Por lo regular, cuando llegaba la canícula había primero, en señal de duelo, "un ayuno general durante tres días, y no se permitía que se encendiera ningún fuego en sus moradas; luego, al cuarto día, el duelo se convertía en alegría cuando el Inca y su corte, seguido por toda la población del Cuzco, se congregaban al amanecer en la gran plaza para saludar la salida del sol". ¿Podrían ser accidentales este duelo y este regocijo alternativos en la misma época del duelo y del regocijo babilónico por Tamuz? Como Tamuz era la encarnación de la divinidad solar, es fácil ver cómo tal duelo y tal regocijo se relacionaban con el culto al Sol
  • En Egipto, la fiesta de las lámparas encendidas, en la cual muchos se han visto obligados a ver ya el duplicado de la fiesta de San Juan, se asoció, sin tapujos, con el duelo y el regocijo por Osiris. Dice Heródoto: "También se congregaban en Sais para ofrecer sacrificios durante una noche determinada, cuando todos encienden, al aire libre, algunas lámparas alrededor de sus casas. Las lámparas consisten en pequeñas copas llenas de sal y aceite, con pábilo flotante que arde toda la noche. Esta fiesta recibe el nombre de la fiesta de las lámparas encendidas. Los egipcios que no pueden asistir, también hacen el sacrificio, y encienden lámparas en sus casas, para que no sólo en Sais, sino en todo Egipto tenga lugar la misma iluminación. Ellos le atribuyen una razón sagrada a la fiesta celebrada en esta noche, y al respeto que sienten por ella." Wilkinson, al citar este pasaje de Heródoto, identifica expresamente esta fiesta con el duelo por Osiris, y nos asegura que "era considerada de grandísima importancia para honrar a la divinidad mediante la apropiada realización de este rito." 



  • Entre los yezidis, o adoradores del diablo de la Caldea moderna, se celebra la misma fiesta en la actualidad, con ritos muy semejantes, hasta donde las circunstancias lo permiten, como hace miles de años, cuando en las mismas regiones el culto de Tamuz estaba en todo su apogeo.  
  • En los ritos de Zoroastro, el gran dios caldeo, el fuego ocupaba precisamente el mismo lugar; y estaba establecido como un principio esencial en su sistema que "aquel que se aproximara al fuego recibía una luz de la divinidad", y que "por medio del fuego divino serían purificadas todas las manchas producidas por generación". Por tanto, esto era "para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc" (Jeremías 32:35), para purificarlos del pecado original; y, por esta purificación, muchas criaturas indefensas se convirtieron en víctimas para la sanguinaria divinidad. Esta purificación de pasar por entre el fuego se observaba igualmente entre los paganos romanos, "porque" dice Ovidio, haciendo hincapié en esta práctica, "el fuego purifica tanto al pastor como a las ovejas". 
  • Entre los hindúes, desde tiempo inmemorial, se ha rendido culto al fuego por su eficacia purificadora. Así, Colebrooke, según los libros sagrados, representa a un adorador al dirigirse al fuego: "Te saludo a ti (oh fuego), que tienes en cuenta las oblaciones, a ti que resplandeces, a ti que centelleas, que tu llama propicia queme a nuestros enemigos; que tú, el PURIFICADOR, nos seas propicio. Hay algunos que mantienen un "fuego perpetuo," y practican devociones diarias para él; y, al "concluir los sacramentos de los dioses," todos los días le presentan sus súplicas, así: "Oh fuego, tú, que expías el pecado contra los dioses, haz que esta oblación sea eficaz. Tú, que expías el pecado contra el hombre; tú, que expías el pecado contra los manes (los espíritus que han partido); tú, que expías el pecado contra mi propia alma; tú, que expías los pecados repetidos; tú, que expías todo pecado que he cometido voluntariamente o sin intención, haz que esta oblación sea eficaz." 



  • Entre los druidas también se celebraba el fuego como el purificador. Si, en verdad, en tiempos de los druidas se esperaba una bendición al encender los fuegos de la orgía, hacer pasar por el fuego al joven o al viejo, a los seres humanos o al ganado, fue simplemente a consecuencia de la purificación del pecado que acompaña a los seres humanos y a todo lo relacionado con ellos, y que se creía que se conseguía por este paso por entre el fuego. Es evidente que esta misma creencia sobre la eficacia "purificadora" del fuego la tienen los católicos romanos de Irlanda, cuando se muestran tan celosos por pasar, tanto ellos como sus hijos, por entre los fuegos de San Juan. 

Pero el único que ya hizo purificación por nuestros pecados está sentado a la diestra de la Majestad en las alturas (Hebreos 1.3)

Si Tamuz era, como hemos visto, el mismo Zoroastro, el dios de los antiguos adoradores del fuego, y si su fiesta en Babilonia está tan exactamente sincronizada con la fiesta de la Natividad de San Juan, ¿qué hay de extraño en que esa fiesta se celebre todavía mediante los flameantes "fuegos de Baal," y que esto sea una copia tan fiel de lo que fue condenado por el SEÑOR en Su antiguo pueblo, cuando ellos hacían pasar "por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc? Pero, ¿quién que conozca algo del Evangelio llamaría a una fiesta como ésta una fiesta cristiana? 

Los sacerdotes papistas, si no lo enseñan abiertamente, por lo menos permiten que sus engañados seguidores crean, tan firmemente como lo hicieron alguna vez los antiguos adoradores del fuego, que el fuego físico puede purificar de la culpa y de la mancha del pecado. 

Únicamente los iniciados podían saber que el nombre de Oannes era el nombre del Mesías pagano; y, al principio, se necesitó cierto grado de prudencia para la introducción del paganismo en la Iglesia. Pero, a medida que pasaba el tiempo, como el Evangelio llegó a mantenerse oculto, y las tinieblas se hicieron más densas, tal precaución ya no fue necesaria en modo alguno.








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Publicado por: Anunciadora de Sión
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